sábado, 15 de enero de 2011

Sólo quería compartirlo contigo


Los acontecimientos se han desenvuelto de un modo nada agradable para mí. Pero así es la vida y así me lo tengo que tomar. Asumir que la experiencia no ha sido la esperada, pero asumiendo, recapacitando y alimentándome de todo lo aprendido. Todo aquí, suma. Nada resta. Y en el fondo, aunque aún me esperen un par de gritos más, y no sé aún dónde voy a poner el huevo, me siento conforme. Me siento aliviada.
El día que deje las llaves, no sólo me estaré desprendiendo de un par de objetos de metal, sino de un lastre que no quiero seguir soportando. Estaré, "comprando" así, mi libertad. La libertad de la que, simbólicamente y no tan figuradamente, me he estado sintiendo privada. No he podido dar clases de español como tenía pensado y deseado. No he podido mejorar mi inglés. No he podido y no he podido, y no he podido. Y los "no he podido" han engordado tanto la lista que, al final, como si de una relación sentimental se tratase, he tenido que romper. Cortar por lo sano, drásticamente pero con un as en la manga, es a lo que nos hemos visto obligados a hacer. Pero de nuevo, cómo ocurrió en Escocia, con la cabeza muy alta.
Interiormente, me siento inmensamente rica. En el banco, incluso, hasta cuento con un dinero que, aunque modesto, ahí está. Es mío. Ganado con mi esfuerzo y el sudor, ya no sólo de mi trabajo, sino también de mis lágrimas.
De todo esto ha nacido un ser políticamente mucho más activo. Más alerta. No hay mal que por bien no venga. Me he quitado una venda de los ojos impresionante. Una venda que me impedía ver que la lucha de clases sigue ahí. Y que, por mucho que unos se empeñen, se puede paliar. Podemos vencer. Me alegra saber que no soy una borrega. Que, voluntariamente, elijo salir de esa masa aforma que ya no merece mis respetos. Tú eliges cómo quieres ser y lo que ser. No ellos, los que están arriba. Pero tuya es la decisión de seguir dándole las riendas o no.
Parece que siempre estaremos rodeados de ricos que nos digan cómo tenemos qué hablar, cómo tenemos que comportarnos y cómo y cuándo tenemos que sufrir. Parece que siempre tendremos que conformarnos con explotación laboral, con una lista finita de sueños, y con unas ilusiones que aunque nos mantengan vivos por dentro, no se materializarán en nuestras vidas. Parece que una niebla llamada "capital" es la que manda por encima de políticos, de leyes y de la democracia. Parece que no tenemos más que obedecer. Y parece que, aunque la masa también lo sufra, mis palabras serán tomadas como los sueños de una loca. De una ilusa. De una utópica.
Esos argumentos no hacen más que convencerme de que estamos abocados al desorden. A un desorden que entre todos hemos propiciado. La otra noche, no tuve más narices que ver de nuevo V de Vendetta. Y así, retomo unas palabras que, perdonadme, no creo que sólo sean unas líneas de un guión, ni charlatanería barata:

"Nuestra integridad vale tan poco… pero es todo lo que tenemos, es el último centímetro que nos queda de nosotros. Si salvaguardamos ese centímetro, somos libres."

Yo quiero, deseo y ahora VIVO más que nunca para salvaguardar ese centímetro. Necesitamos que ese centímetro permanezca intacto. La injusticia no es autoimpuesta como en realidad está ocurriendo. El dolor, el sufrimiento, el hambre, la guerra...¿acaso no podemos evitar tantos y tantos males? ¿De qué sirve que tengamos dos carreras universitarias si luego seguimos entrando en el juego, si no velamos por los intereses del mundo? No es fácil abrir los ojos. Lo sé. A mí me ha costado. Pero te invito a la reflexión. Al análisis profundo de lo que te rodea.
Yo me he tenido que venir a otro país para darme cuenta. Yo he tenido que plancharle la ropa, limpiarle la casa y cuidarle el niño a una familia para la que, simplemente, sólo he sido la chacha española. Yo tuve que limpiar mierda en un hotel en el que nunca se me trató con respeto. Yo he tenido que sentirme, poquito a poco y todos los días, más pequeñita por dentro hasta creerme que realmente sólo soy clase baja. Y que, a lo mejor, hasta sólo merecía eso.

Supongo que a cada uno le llega su reflexión, cuando le tiene que llegar. Yo abrí los ojos ahora. Yo quiero tender mis brazos hacia un mundo más justo, ahora. Y no te puedo pedir que hagas lo mismo. Porque tú no eres yo, y respeto que tú no pienses como yo.
Pero hazme un favor. Cierra los ojos e imagínate cómo te gustaría verte dentro de diez años. Cómo gustaría que fuera tu país dentro de diez años. Cómo te gustaría que el mundo, el planeta en el que vives, fuera dentro de diez años.
Abre los ojos ahora y dime qué ves. Dime cómo será la realidad si no ponemos todos un poco de nuestra parte. Dime si crees que es tan difícil.

No tienes que pensar como yo. Ni sentir lo que yo siento. Con que hayas sacado unos minutos para leer esto, me doy por satisfecha. Y perdona si, de un tiempo a esta parte, no hago más que repetirme. Pero ahora me siento mejor persona. Y sólo quería compartirlo contigo.


1 comentario:

Aledisae dijo...

Y sí, la música está ahí porque me gusta ponerme épica :)